7/21/2014 Danny Martinez
Lo que ocurre en la escena bogotana empieza a convertirse en un fenómeno.
En Bogotá existen más de 50 bares especializados en salsa, varios cuentan con un dj que programa clásicos, pero además tienen tarima en donde los grupos de la escena local se presentan al menos una vez al mes; hay diez emisoras que programan sólo salsa; expertos que se reúnen en foros y debaten sobre el género, coleccionistas y una gran masa de nuevos grupos haciendo salsa. La ciudad cuenta además con un festival al aire libre que este año cumplió 17 años y al que en esta edición asistieron más de 60 mil personas.
Lo anterior, sumado a las visitas periódicas de reconocidas agrupaciones latinoamericanas que tienen a Bogotá como una de las ciudades por las que deben pasar en sus giras de conciertos, hacen válida la pregunta acerca de si Bogotá podría considerarse como la capital de la salsa en Colombia. La discusión es amplia y por supuesto el consenso es imposible, pero algo está pasando en el ámbito musical de Bogotá, en donde han surgido grupos que causan furor en otros países.
la-33, una orquesta compuesta casi en su totalidad por músicos bogotanos, es la punta del iceberg de esa 'movida salsera'. Fundada por los hermanos Santiago y Sergio Mejía en el 2001, con músicos provenientes de la escena del rock, cuenta con tres discos producidos de manera independiente, de los cuales ha vendido más de 50 mil copias, ha 'pegado' varios hits en Venezuela, Ecuador, Argentina, México y Chile, para hablar sólo de Latinoamérica, sin incluir el éxito que ha tenido La Pantera Mambo, tema que definitivamente los encumbró en Estados Unidos, España e incluso en lugares tan lejanos como India.
"la-33 ha impuesto el sonido de la salsa brava. La salsa viene de Nueva York, que es una ciudad súper fría, y en Bogotá pasa lo mismo porque está llegando gente del Caribe, del Pacífico, de Cali. La salsa, sin duda es un movimiento afrolatino", dice Sergio Mejía, fundador de la-33 al intentar explicar el fenómeno.
Y es que agrupaciones como La Mojarra Eléctrica, La Revuelta, Tumbacatre o Nawal están claramente influenciadas por las músicas del Pacífico y del Atlántico, y al parecer esa confluencia de sonidos ha generado una nueva manera de entender y de hacer música.
"Bogotá ha visto el surgimiento de una escena salsera joven y urbana, pero creo que todavía la cultura salsera sigue muy fuerte en Cali. En Bogotá lo que es mucho más fuerte es la escena del folklor moderno, como el caso de agrupaciones como ChocQuibTown, Bombastereo, La Revuelta o Sistema Solar, que han logrado pegar muy bien", opina Richard Blair, el inglés creador de Sidestepper.
Pero aunque la-33 sea la orquesta con mayor proyección internacional, en Bogotá también han surgido agrupaciones como La Real Charanga, La Conmoción, Sexteto Latino Moderno, Calambuco, La Santísima Charanga, Yoruba, Enclave 80, Enclave Latino, Baracutanga, NN Orquesta, Los Sónicos, Taboo y Toño Barrio, de Cali, que ya se radicó en la capital. Y por supuesto están las orquestas de siempre como Charanga New York, la reconocida María Canela de César Mora, Mambo Big Band, Yambu, Kongas Orquesta o Arte Son. En Bogotá, además, crecieron los fenómenos de orquestas como Niche o Guayacán.
"Debo destacar que en Bogotá iniciaron su carrera nada menos que Niche y Guayacán. También surgieron aquí María Canela, El Son del Pueblo, Cañabrava, Camagüey e innumerables grupos multipropósito que tocaban salsa pero también tropical, raspa y otros ritmos", afirma Humberto Moreno, presidente del sello discográfico MTM, que ha grabado varios discos de artistas nuevos y compilados de salsa y jazz.
Para Jeannette Riveros, quien tuvo a su cargo la organización del Festival Salsa al Parque durante toda una década, la gran diferencia entre la salsa que se hace en Bogotá y la que proviene de Cali está en aquello que los expertos denominan el afinque o el ensamble de la orquesta: "Desde el primer acorde uno ya sabe para dónde va una orquesta como Son de Cali, por ejemplo. Estas orquestas tienen una percusión y una base amarradas, tienen afinque, que es cuando la orquesta suena sólida. Esto todavía no sucede con las orquestas bogotanas. Se siente algo en lo que hacen agrupaciones como Palo pa rumba o la Big Band de Germán Villareal, pero en términos generales el sonido bogotano aún está en elaboración del sonido de la salsa hecha en Cali".
Algo de historia
Aunque fue en los años 80 cuando se convirtió en un fenómeno, la historia de la salsa en la capital puede remontarse a finales de la década de los 60, cuando Miguel Granados Arjona, veterano locutor costeño en varias emisoras de la capital, empezó a programar sólo salsa y aquello atrajo la atención de los universitarios, que poco a poco fueron generando un movimiento que incluía bares, discotecas, emisoras y grupos musicales.
La cosa no fue muy bien vista, pues la salsa era considerada música de ladrones, marihuaneros y prostitutas, pero los bares salseros se convirtieron poco a poco en puntos de encuentro en donde no sólo se iba a oír música sino a hablar de poesía, literatura, cine y otras actividades propiciadas por intelectuales y estudiantes de la época.
De acuerdo con la investigación realizada por Marcela Garzón Joya, de la Universidad Javeriana, las salsotecas sólo existían al sur de la ciudad, entre los barrios de los suburbios de Soacha, que aún no eran formalmente parte de Bogotá, y Las Cruces, en donde terminaba el centro. "Eran grandes galpones iluminados con bolas de colores y espejos gigantes en las paredes. Sus más fieles clientes eran los zapateros del Restrepo o los estudiantes de la Nacional, pero no faltaban los políticos, las modelos y las muchachas yé yé", dice la investigación titulada 14 sones.
Según la misma investigación, durante toda la década del 70 y principios de los 80, barrios del sur como el Restrepo, Kennedy, Santa Isabel y Santa Matilde fueron invadidos por salsotecas como la Jirafa Roja, Rumbaland o El sol de medianoche y algunas casetas al aire libre que ofrecían picadas, fritanga y cerveza, denominadas popularmente 'Las estrellas de Soacha'.
Ya en los 80, la escena salsera se vio más influenciada por un movimiento intelectual y hacen su aparición personajes como César Pagano y Alberto Littfack, el primero fundador y dueño de los famosos Goce Pagano y Salomé Pagana, y el segundo, dueño de Galería, Café y Libro, que actualmente cuenta con dos sedes en Bogotá.
"Bogotá es una suma de aportes socio-culturales procedentes de todo el país y del exterior, y de allí se desprende su amplia diversidad. Las preferencias musicales de los capitalinos son consecuentes con la cultura cosmopolita que se ha venido desarrollando en la ciudad y de ellas hace parte la salsa", dice Humberto Moreno, de MTM.
Vale la pena resaltar que el surgimiento de varias orquestas está íntimamente ligado a la vida de los bares en la ciudad (ver recuadro): "Cuando nadie sabía quiénes éramos, tocábamos en sitios como Tocata y Fuga, que quedaba en el Barrio la Merced y era la casa de la mamá de Juan Sebastián Monsalve (hoy día uno de los jazzistas más importantes del país), y nos llamaban mucho para tocar en los bares de Fontibón. También hubo una época en que tocábamos casi todos los viernes y sábados en Quiebracanto. Nos pagaban como 250 mil o 300 mil pesos, pero así fue como empezamos", recuerda Sergio Mejía.
¿Muy salsita o qué?
Sumadas al surgimiento y al auge de los nuevos grupos y a la presencia de bares especializados en la materia, existen emisoras que, como el caso de 1430 AM; algunos espacios en emisoras universitarias como la Universidad Distrital, la Universidad Javeriana y la Universidad Nacional; emisoras locales como Salsuba, la emisora de la Policía Nacional y cadenas radiales más comerciales como La Z, Radio Súper, el programa Salsa con estilo de La W Radio de Caracol y el programa Una hora con la Sonora, de William Vinasco en Candela Stereo.
Sin embargo todavía queda mucho trecho por recorrer: "No comparto esa apreciación que le otorga a Bogotá el título de ciudad salsera. El hecho de que un segmento de su población disfrute la salsa con entusiasmo, no la hace una ciudad salsera. Existe un proceso interesante de emprendimientos salseros en un sector de la música que abre un panorama alentador, pero todavía falta mucho", dice Humberto Moreno.
Richard Blair, por su parte, afirma que Bogotá era mucho más salsera cuando él llegó a Colombia a principios de los 90 que lo que es actualmente, y Jeannette Riveros dice que simplemente no pueden compararse los procesos de ciudades como Cali, Medellín o Barranquilla con lo que se está viviendo hoy en Bogotá.
Lo cierto es que ahí están las nuevas agrupaciones; continúan las orquestas de antaño presentándose; están los bares con una clientela cautiva y con sus tarimas abiertas para que los grupos toquen; hay expertos poniendo el tema sobre el tapete; hay encuentros de coleccionistas y melómanos en bares o sitios como la Media Torta o el Parque Nacional; hay un Festival que ya tiene 17 años por el que han pasado estrellas de la talla de Richie Ray y Bobby Cruz, la Orquesta Aragón, la Orquesta Original de Manzanillo, Gran Combo de Puerto Rico, Los Van Van de Cuba, Ruben Blades, Ismael Miranda, La Sonora Ponceña, Los Hermanos Lebrón, la Orquesta Brodway de Nueva York, la Spanish Harlem Orquesta de Nueva York, Anddy Montañez, Oscar de Leon, Guayacán Orquesta, el Grupo Niche, Fruko y sus Tesos o Yuri Buenaventura, y muchos más. Y en Bogotá está la-33, un grupo que produce sus propios discos y que a punta de ensayar en una casa ubicada en la calle 33, en pleno corazón del bogotanísimo barrio Teusaquillo, ha logrado poner a Bogotá en la mira de los salseros, que con cierto recelo preguntan -como preguntan los caleños-: "¿muy salsita o qué?".
Escrito Por: @SalsaenlaWeb
►Textos: Alejandra López Gonzáles
► Fotografía: Ricardo Alfonso Ochoa
► Fuente: El Tiempo
► Edición: By Danny Salsa
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